Nichiyôbi (Domingo) *libre*

"Nichiyôbi."

En un Domingo normal para Umiko, el salir a dar una vuelta, pasear por el parque o cualquier otra actividad no realacionada con el entrenamiento diario, es algo que rompe la rutina... Aunque, en sí, ir al parque los Domingos es algo cotidiano ya.

Lleva una bolsa; en su interior, portaba una merienda ligera, una cantimplora con té y su monedero. Eligió sentarse a la sombra de uno de los árboles, cerca del rio que cruzaba el parque. Se sentó en el suelo cubierto de hojas secas.

"Aki" (otoño)

El otoño, no importarse desde donde lo percibiese, siempre era igual de hermoso. El Otoño era su estación favorita del año, pues los días empiezan a hacerse cortos y el ambiente sigue siendo algo cálido, aunque refrescante por la noche.

"¿Qué habrá de diferente hoy para romper la rutina diaria?"

Sentado en el banco de parque, ya por fin descansado de su primera semana como profesor de prácticas, inclinó la cabeza hacia atrás y procuró relajarse.

- Dios ... - esas malas bestias no tienen consideración ni respeto solo porque un universitario todavia conserva sus orejas... los voy a suspender a todos!

En mitad de su monólogo reparó en que una chica se preparaba para tomar una merienda ttalmente casera en un rincon muy bien elegido. No sabia porque, ni sabia durante cuanto tiwempo fue, pero no podia desviar la mirada de esa chica, parecía un elemento completamente a parte de todo el parque, brillaba con luz propia. Angelo nunca se había fijado de esa manera en una chica, pero esta era especial.

Aunque Angelo era portador de una mala suerte demasiado grande como para dejarlo disfrutar de algo tan hermoso sin interrumpir, y sin avisar, e irrumpiendo el silencio susurrar del viento, su estómago empezo a rugir.

La mirada de la chica se cruzó de forma incóoda con la de Angelo, que rápidamente desvió los ojos, sonrojado, y murmuró: maldita sea....

Durante un buen rato, estuvo entretenida comiendo su sangüis casero, sin más entretenimiento que las hojas del otoño cayendo sobre el agua.

En una de las ocasiones, siguiendo con la mirada una de las hojas, vió por el rabillo del ojo a una persona. Al principio pensó que era un niño, pues había notado las orejas y la cola. Para cuando se fijó mejor, vió que se trataba de un adulto.

Una leve risa se le escapó al oir el leve gruñido del estómago de la otra persona. Tendría hambre, lo más seguro. Viendo su obento por un momento, se levantó del suelo con él y fue donde la otra persona.

-¿Quieres uno?- Le ofreció el obento para que tomara uno de los sangüis. Al inclinarse hacia delante, quedó un poco más a la vista su voluminoso pecho.- Adelante, no están envenenados.

Gracias - dijo mientras cojía uno de los sandwiches.
Normalmente no me suele pasar esto, pero he tenido un dia bastante largo... soy Nagisa, Angelo Nagisa, y acabo de trasladarme a esta ciudad.

Angelo intentó ser cortés y se fijó en que la chica sostenia su comida sin servilleta, asi que sacó un pañuelo de su mochila y se lo ofreció - esta sin usar - murmuró.

Luego le hizo un gesto para ofrecerle asiento en el banco que el estaba ocupando, y se fue a recojer las cosas que la chica habia dejado un poco mas atras para acercarse a el. No pudo evitar notar que la chica llevaba una katana entre sus pertenencias. Había tocado uno de los puntos débiles de Angelo, el metal. Sin embargo el sabía perfectamente que u arma es una parte mas del cuerpo de un luchador y atreverse a cojerla sin permiso sería una ofensa tan descortés como tocar a la chica de forma "poco amable". Ni siquiera se paró a mirar la esapada, perfectamente envainada y liada en una tira de seda. Se limitó a recojer todo lo demás, dejando la espada donde espada, después le lanzó una rápida miradaa la chica, y a la espada y preguntó: ...puedo...?, tranquila, soy forjador,he echo unas cuantas, solo quiero echarle un vistazo

Observó al joven que lo acompañaba atentamente. Sus facciones, el color de sus ojos... todo en general. Parecia ser una persona más joven que ella.

Cuando le dió la servilleta, la tomó con una leve inclinación de cabeza y la posó en su regazo cuando se sentó a su lado. Parecía un muchacho muy agradable y algo tímido. Tomó otro de los sangüis.

Notando el movimiento de su acompañante, lo siguió con la mirada. Al verlo recoger sus cosas, volvió la atención a la comida. Si quería hacerlo, no iba a impedirselo, después de todo, le hacia un favor. Cuando le preguntó por la Katana, volvió la vista hacia él.

-No tengas reparo en hacerlo.- Le guiña un ojo.- Pero solo te dejo a tí hacerlo.

Angelo se sonrrojó y desvio la mirada rápidamente de ese guiño... aun era timido en lo que se refiere a las chicas. Desenvainó la katana y la observó. Era perfecta, sin fallos en su talla, ni dobles en la hoja, perfectamente equilibrada entre guarda mano y hoja...

Angelo la blandio por encima de su cabeza con movimientos bastante precisos para no ser un maestro de artes marciales, de pronto, sacó unas gafas de su bolsillo, y al ponerselas, obsevó con mas detalle la hoja.

La forjaron en una sola pieza verdad? - le preguntó a la chica - No veo rastros de golpe de martillo de unión ni desperfectos en el lijado del metal, es decir... es perfecta, parece tallada a partir de un gran bloque de metal!

Parecía imposible, pero asi era, la espada era literalmente perfecta, sin embargo al envainarla, notó algo, y se puso a observar el mango del arma.

Ajá... - murmuró para si mismo, pero con ese murmuro la chica se le quedo mirando muy extrañada, con solo 2 minutos había haberiguado cosas sobre esa espad que ningun maestro hasta la fecha habia sabido... -Tiene un ligero golpe aqui verdad? -dijo, poniendo dos dedos a la altura de la mitad del mango... -Si, hay un desnivel de unos 3 gramos, posiblemente una abolladura o una rotura interna de la via principal, eso solo lo hace un golpe fuerte. - La envainó, y se la devolvio a la chica, luego hizo algo muy atrevido: le sostuvo la mirada y fijo sus ojos en los de ella mientra decia: es preciosa...

-Si, es cierto. El golpe en la guarda fue provocado durante una pelea. Para defenderme de un golpe directo al pecho, tuve que ingeniarmelas, pues la distancia era muy corta y no me daba tiempo a emplear la hoja como escudo entre el arma de mi adversario y yo.

En cierto modo, le había sorprendido que se diera cuenta de aquel detalle, pues raro era conocer a un gran maestro forjador. Poniéndose en pie, tomó la Katana y la desenvainó. Durante unos segundos parecía quedarse meditar, sin moverse del lugar en el que se había puesto, no muy lejos de la banca ni de su acompañante.

Con un movimiento preciso y veloz, hizo un corte en el aire... o eso pareció. Un quedo sonido en el suelo indicó que algo había caído tras esa cortada. Envainando el arma, miró a su lado; allí, un escarabajo estaba partido en dos.

-Aunque sea solo un desnivel de 3 gramos, con un buen entrenamiento y una gran habilidad, ese defecto puede ser corregido, siempre y cuando se tenga en cuenta.- Sonrie a su interlocutor.